15.9.04

El efecto microondas

Todos los que estamos más o menos metidos en temas de tecnología o informática nos hemos tropezado alguna vez con las curiosas consecuencias sobre la gente del efecto microondas. No me estoy refiriendo a las radiaciones que (parece que solo presuntamente) emiten nuestros monitores, sino a algo mucho más social y palpable.

Hoy en día, prácticamente todas las personas que conocemos usan un ordenador en algún momento del día. Algunos son (somos) frikis empedernidos y manejamos el cacharro alegremente, incluso podemos decir que lo disfrutamos. Otros se sienten casi condenados a usarlos en el trabajo, o para clase, y en cierto modo sienten bastante aversión al aparato; esto es comprensible y razonable, así que no entraré en más detalles.

Pero en algún lugar intermedio (o no) entre las dos posturas se encuentran los usuarios del "ordenador microondas". El típico usuario-cocinero-simplista no desea tener más de una decena de sitios donde pulsar, y pocas opciones que manipular, pero aún así espera obtener resultados irracionalmente complejos. Poco más o menos lo que yo esperaba del microondas, antes de descubrir que sus usos más prácticos se reducen a calentar vasos de leche, descongelar barras de pan, y bien poco más.

Estoy hablando de los usuarios que se quejan de que es muy complicado descargar un códec para poder ver las películas (casi siempre piratas) en DivX, configurar los parámetros para grabar un DVD, o crear y publicar una página web que vaya mas allá de un weblog automatizado.

Y en cierta manera me producen un poco de pena, sobresimplificando los problemas y creyendo que todo el mundo quiere hacer lo mismo que ellos, y que por lo tanto sólo necesitan un botón para cada cosa (la panacea del DWIM todavía no se ha inventado). Supongo que la incapacidad para distinguir lo que es complejo de lo que no lo es no deja de ser triste.

Probablemente esta incapacidad surja de la reticencia a asimilar conceptos como la RAM, el sistema de ficheros, los drivers o las particiones. Es una lástima porque tarde o temprano tropezarán con ellos (quizá sin saberlo), aunque probablemente les proporcionará una ocasión más para despotricar sobre "lo difícil que es la informática, y eso que soy todo un experto".

De todas formas, allá ellos. Nunca leerán un manual, y se quejarán constantemende de que su ordenador hace cosas raras; la parte mala del asunto es que probablemente se hagan con un pringao a medida que les arregle los estropicios y les automatice las tareas, pero eso ya es otra historia.

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