10.5.05

Las parejas invisibles

Las parejas invisibles deambulan por las ciudades mucho más a menudo de lo que la gente cree: pasean por el centro, miran escaparates, o se toman un cortado y una cocacola en cualquier cafetería. Todo el mundo las ha visto mil veces sin saberlo, y pensó que eran sólo dos chicos, o dos chicas, que habían salido a dar una vuelta.

Son parejas que en la calle no se dan la mano, ni se besan, y que incluso evitan las miradas de complicidad que inconscientemente comparten todos los enamorados. Luego, por fin a solas, los miedos quedan del otro lado de la ventana y sus cuerpos expresan todos los sentimientos que han estado conteniendo durante horas.

La peor discriminación es la que se produce no por falta de derechos, sino por la incapacidad de ejercerlos. Y, en este caso, el miedo a las miradas reprobatorias, a los cuchicheos mal disimulados o incluso a la violencia física es el mayor impedimento para hacer uso de una libertad que demasiado a menudo se da por supuesta pero no se garantiza.

Lo más curioso de las parejas invisibles es que sucede como con los elefantes rosas: una vez te las mencionan, no puedes no pensar en ellas. Es posible que haya quien después de leer esto las vea por todas partes y, de repente, descubra que la invisibilidad surge a partes iguales de quien ve y de quien es visto.

Al menos, me queda la esperanza de que si todos proclamamos su existencia, quizá la ciudad se vaya acostumbrando a encontrarlas, para finalmente aburrirse de verlas besarse. Sólo entonces estas parejas podrán volver a ser, como todo el mundo, felizmente invisibles.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso pasa en ciudades con mentalidad de pueblo. En ciudades grandes (Barcelona) y no tan grandes (Sitges) con mentalidad más abierta pues suelen ver algunas de esas parejas invisibles. Para que las cosas cambien por aquí igual aún faltan un par de generaciones.

Anónimo dijo...

De acuerdo con William.
Quizás no es invisibilidad del objeto, sino miopía social.
Afortunadamente la oftalmología avanza que es una barbaridad.

Jaco dijo...

Tampoco nos tenemos que olvidar de que, para mucha gente, el amor es ciego en cualquiera de sus vertientes... No creo que alguien que no sea capaz de comprender lo visible, pueda siquiera comprender que existe algo que no ve. Y de esos, hay en todos lados...

Mars Attacks dijo...

Déjate de chácharas y comienza a predicar con el ejemplo ;)

Tu entrada me da que pensar, más que en el tácito tabú local y social (qué rimbombante suena todo esto) de las parejas homosexuales, en la cantidad de gente enamorada de la persona con quien suele ir o hacer cosas (sea del sexo que sea) y no se atreve a hacérselo saber, o que sí lo sabe pero el resto de la gente no.
Hmmm... saludos oblongos.

Anónimo dijo...

Bueno, eso me recuerda a los PRODO de la 'guía del autostopista galáctico' (PRODO=PRoblema De Otro), que es un tipo de invisibilidad que se basa en que tan solo te ven si relamente saben que es lo que buscan.

No, si al final vamos a estar todos en un campo de improbabilidad infinita... :P

Anónimo dijo...

En el País Semanal de ayer se publicó un extenso artículo-reportaje centrado en la cotidianeidad de una pareja gay.

Anónimo dijo...

Sí, estaba muy bien ese artículo. La única forma de que las cosas cambien en ciudades pequeñas como esta es peleando y mostrándose en la calle tal cual, sin temor al "qué dirán". Al principio puede ser incómodo, pero es la única forma de que alguna gente se acostumbre a ver las relaciones homosexuales, si no con normalidad, al menos con respeto.