Mientras se abrazaban desnudos en el sofá, le dijo que lo consideraba su unicornio azul, como en aquella canción de Silvio. Disimulando la emoción, él le mordisqueó suavemente la nariz y entre risas le contestó que lo bonito de las metáforas es, precisamente, no tener que explicarlas.
Mientras Chuck Norris anunciaba un aparato de gimnasia en la teletienda, siguieron besándose en silencio; y es que los unicornios azules aman con pasión las cosas extraordinarias que se esconden en las situaciones normales y corrientes.
17.5.05
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Ya hacía tiempo que no escribía ningún cuentecillo, y la verdad es que confieso que a este le ha costado salir.
Espero que al menos se deje leer medianamente bien :)
Después de tanto tiempo, parece mentira que siga leyendo [Microencuentro] sin querer.
Me ha encantado.
Me gustó. Parece mentira que quepa tanto en tan pocas líneas. Enhorabuena.( Hondarribia)
Publicar un comentario